20 sept 2015

Huequehue, un cuento incoherente

Visita al Parque Nacional de Huerquehue






De todos los lugares que visité durante mi viaje, entre volcanes, noches plenamente estrelladas o leones marinos… Recibe su nombre por la lengua mapuche, Huerquen-hue, que significa “lugar de mensajeros”, es el que mayor impacto me causó por su belleza, frescura y magia.


No podíamos irnos de Pucón sin antes habernos acercado a visitar el tan recomendado Parque Nacional de Huerquehue. Como primero me advirtieron a mí, ahora lo hago yo a vosotros: se necesita mucho tiempo para visitarlo entero, lo que se traduce en madrugar. Sólo hay un par de buses de ida y vuelta desde Pucón que tardan una hora en hacer el trayecto; los de ida son a las 8 y 14 horas, los de vuelta a las 13 y 17. Si quieres verlo entero y disfrutarlo con tranquilidad 4 horas no son suficientes, además, dos terceras partes de la excursión son cuesta arriba. El hecho de que el lugar esté apartado de cualquier otro destino habitual y la importancia de madrugar para verlo, hace descartable la opción de intentar ir a dedo. No preocuparse, el microbús que va desde Pucón está a 2.000CLP (en nuestro caso 1.500, ya que lo tomamos a la afueras). Una vez allí hay que sacar entrada, el precio son otros 2.000CLP. Atención a esto: a pesar de ser español y ellos saberlo, me hicieron un descuento de 500CLP al enseñar mi tarjeta de la Universidad de Cantabria.
Volcán Villarrica al amanecer
Madrugados y desayunados (con toda la pereza y cansancio del mundo) había que hacer frente al frío que te regala la IX Región a las siete de la mañana. Fue esta la ocasión en la que me puse el pijama por debajo de la ropa, además de las mallas y otros pantalones. Listos y de nuevo con la visión del imponente Volcán Villarrica en pleno amanecer, pusimos rumbo a Huerquehue.


Un cuento incoherente

Tan pronto nos dejó el autobús en la entrada comenzamos a caminar, la escena prometía: dejando a nuestra izquierda un Lago Tinquilco cuyo reflejo en el agua no se distinguía de la imagen real, recorríamos un sendero que se enroscaba sobre sí mismo dentro de una escenografía boscosa que inundaba, pero sin acosar a quien la recorría.
Lago Tinquilco y su reflejo
Saliendo de este sendero encontramos un puestecillo donde servían chocolates calientes y sándwiches para llenar. Por mi parte, traía los bocadillos preparados de casa pero no me negué a un buen chocolate pare tener las fuerzas a punto. Y mientras nos lo tomábamos bajo el techo de esa cabaña, surgió una especie del milagro. El sol comenzaba a salir desde detrás de las montañas que rodeaban la entrada al parque y derretía la nieve que estaba posada sobre el tejado creando una lluvia imaginaria, este detalle haría aún más mágica la visita más adelante.

Llevábamos andando veinte minutos y de repente vemos un cartel tallado en madera sobre una entrada “Bienvenidos al Parque Nacional de Huerquehue”. La de cosas que habíamos visto ya y todavía no habíamos ni entrado. De repente oscuridad, el bosque se hacía aún más denso dentro, aunque cuando los ojos se acostumbraban puedes vislumbrar todas las ranuras por las que se cuela la luz en lo alto. Desde ahí, subir, subir y subir, en zig-zag, mejor o peor, pero siempre cuesta arriba. Tal vez en un par de ocasiones nos desviamos descendiendo para ver las dos cascadas que hay de camino a la cima, Nido de Águilas y Trufulco, salpican levemente los miradores desde los que se pueden contemplar formando figuras y joyas de hielo. En la subida también hay dos miradores donde se puede parar a descansar.
Vistas increíbles al Lago Tinquilco y al Volcán Villarrica
De golpe el paisaje cambió de verde oscuro a un blanco intenso, todo el bosque quedaba cubierto por nieve, incluido el suelo, andar cada vez era más complicado, húmedo y resbaladizo. El milagro del que os hablaba dos párrafos más atrás sucedía ahora entre las copa los árboles, y otra vez caía una ligera lluvia inventada a partir de la nieve que goteaba al derretirse por el sol. Creo que el haber venido en invierno le daba un encanto particular al parque, con toda la nieve decorando el paisaje.

Una vez llegas arriba del parque están los 3 lagos: Lago Chico, Lago Verde y Lago Toro. Grandes y algo separados entre sí, rodean uno a uno a través de un sendero. Otra maravilla de visitarlos en esta estación es que los vimos completamente congelados, o casi, alguno metió el pié hasta el fondo probando cuán gruesa era la capa de hielo que los cubría. En otras fechas del año se puede seguir la visita después de estos tres lagos, éste es el único inconveniente de visitarlo en invierno, no pudimos seguir. Para nosotros la visita se acaba aquí.

Me gustaron especialmente las vistas desde el Lago Toro, pero no las del mirador convencional, si estabas avispado podías encontrar un sendero oculto que se borraba cada vez que alguien lo recorría debido a la nieve que caía desde los árboles y llegar a un segundo mirador. Tal vez fue aquí cuando Alex, compañero de viaje, se inspiró para dedicarle al Huerquehue los siguientes versos:



Para que entendáis de lo que hablamos y lo veáis como nosotros lo hicimos, aquí el videoblog:



Serie en vídeos del viaje: El centro del Sur
Fotos del viaje en el álbum: IX Región y Valdivia

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